Cuando Gabi miró a la pequeña hormiga no daba crédito a lo que sus ojos veían hasta que una voz habló y le dijo -Gabi, no tengas miedo, soy Quetzalcóatl y vengo a contarte la leyenda del maíz, esos granos que que tanto amas- ¡Atrévete a conocer nuestra versión de la leyenda del maíz con Quetzalcóatl y la pequeña hormiga negra del Valle de Anáhuac!
Gabi era una chica que amaba profundamente la comida y anhelaba convertirse en chef por eso ponía mucha atención a cada platillo que comía.
En una ocasión Gabi visitó un sembradío de maíz donde encontró mazorcas de maíz azul, rojo, amarillo y blanco y simplemente se quedó muda ante la belleza de los granos que se deslizaban entre sus dedos.
Pasaron los años y Gabi pronto presentaría su examen profesional y para ella era muy claro que el maíz está presente en toda la comida mexicana pero aún le asaltaba las dudas sobre la historia del maíz, ¿de dónde había venido? ¿por qué era la base de la comida mexicana? ¿habría otros colores de maíz? - éstas eran algunas de las incógnitas para las que Gabi aún no tenía respuestas.
Una tarde de lluvia mientras Gabi seguía trabajando en su tesis descubrió una pequeñita hormiga negra que se deslizaba hacia su mano como intentando llamar su atención. Entonces Gabi alzo su mano y la miró más de cerca escuchando una voz que decía:
- ¡Gabi, Gabi, no te asustes! sé que siempre has querido conocer la leyenda del maíz y hoy vine a contártela.
- ¿Una hormiga que habla? ¿será posible que me hiciera mal algún alimento y estoy viendo alucinaciones? - se preguntó Gabi.
- Soy Quetzalcóatl y llevas años buscándome, por eso ahora que se acerca tu examen profesional vine a narrarte la historia de nuestro pueblo y su relación con el maíz.
- ¿Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada? Pero un gran dios como tú no puede ser una hormiga - respondió Gabi suspicazmente.
- Gabi, has de aprender a no hacer menos a nadie ni a nada, una chef sabe muy bien que al combinar ingredientes por muy pequeños que éstos sean se convierten en sabores maravillosos.
- Es verdad pequeña hormiga, siento haber sido grosera contigo, pero anda cuéntame la historia de esos granos tan maravillosos que comemos en México y en todo el mundo.
- Muy bien Gabi, sabía que eras tú la chica indicada para seguir pasando nuestra historia a las nuevas generaciones - habló firmemente la hormiga que ahora se posaba en el escritorio de Gabi.
¿Sabes Gabi? hace ya mucho tiempo cuando el cielo era más azul la vida dio un giro inusual y nuestra madre Tierra enfermó trayendo sequía y hambre en todo el Valle de Anáhuac.
Las personas muy preocupadas nos pedían a nosotros los dioses ayuda y benevolencia pero aún los dioses más poderosos habían fracasado intentando sanar los terrenos de cultivo para mejorar las cosechas y terminar con la terrible hambruna que sufría nuestra gente. Tan preocupados nos encontrábamos por este problema que yo me ofrecí a resolverlo a como diera lugar y fue así como una mañana vi pasar a una hormiga roja por el camino de tierra que rodeaba una enorme magueyera.
Mirando con más atención noté que la hormiga roja llevaba a cuestas un pequeño grano de maíz recogido del mítico Monte de los Sustentos que se hallaba en un lugar tan escondido y tan protegido que ningún humano sabía dónde quedaba.
Entonces comprendí que la pequeña hormiga usaba su inteligencia más que su fuerza para proveerse de alimento y me convertí en una frágil y trabajadora hormiga negra quién se interpuso en el camino de la afanosa hormiga roja para preguntarle:
- Hermana hormiga roja veo que eres hábil e inteligente puesto que el grano de maíz amarillo que llevas a cuestas brilla como el sol de la mañana. Mi gente que vive en el Valle de Anáhuac padece hambre y tu puedes ayudarnos si me llevas al Monte de los Sustentos - dijo Quetzalcóatl al diminuto insecto.
- Es verdad hermana negra, la inteligencia y el trabajo constante abren puertas que los hombres no quieren buscar y tal vez la hambruna que padecen los humanos es porque han sido desconsiderados con la Madre Tierra - respondió amablemente la hormiga roja.
- Veo que además de trabajadora también eres sabia hermana hormiga roja, pero cada ser que habita en nuestra hermosa Madre Tierra es una vida por la que hay que velar y hoy estás hablando con Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada que pide tu ayuda - dijo la deidad convertida en insecto.
- Ya notaba una nobleza en tus palabras hermana hormiga negra y ahora confirmo que eres una deidad en busca de preservar la vida, por lo que te puedo conducir al lejano Monte de los Sustentos pero debo advertirte que hay muchos peligros por sortear y la entrada es tan estrecha que apenas una hormiga puede pasar - respondió la hormiga roja.
- ¡Estoy listo para eso y mucho más! - respondió con autoridad Quetzalcóatl.
Fue así como ambas hormigas emprendieron su camino en busca de los granos de maíz que prometía el Monte de los Sustentos desafiando ataques de arañas y serpientes, escalando piedras que se desprendían con facilidad y enfrentándose al pavoroso calor y viento que lastimaba sus frágiles cuerpos.
Conforme fueron acercándose a su destino, la hormiga roja le contaba a Quetzalcóatl cómo en su hormiguero todas las hormigas trabajaban en equipo y se dividían las tareas en beneficio de toda la comunidad y Quetzalcóatl escuchaba calladamente aprendiendo de la buena convivencia que tenía la pequeña sociedad de hormigas rojas.
Finalmente y después de varias semanas de viaje, la hormiga roja serpenteó por unos arbustos y localizó un pequeño túnel tan oscuro y estrecho que hasta el mismo Quetzalcóatl dudó si podría él mismo penetrar en tan pequeña perforación.
Fue entonces cuando la hormiga roja sin titubear se adentró en el estrecho túnel y Quetzalcóatl la siguió con apremio en busca del tesoro de maíz que podría llevar a su pueblo.
Una luz tenue y relajada los esperaba al final del túnel y al salir de la oscuridad ambas hormigas se encontraron frente un lugar espectacular con un hermoso verdor y granos de maíz relucientes de todos los colores.
Hacia el norte se hallaban los granos de maíz blanco que relucían como las estrellas, al sur les esperaban los granos rojos que brillaban como las plumas de los cardenales, hacia el oeste estaban los granos azules que parecían el cielo antes de una tormenta y al este los granos amarillos que parecían lágrimas del sol.
Quetzalcóatl se sintió conmovido y agradeció a su hermana la hormiga roja la guía para llevarlo al mítico Monte de los Sustentos y trabajando en equipo, como siempre hacen las hormigas, llevaron una muestra de granos de maíz para la gente del Valle de Anáhuac que por fin puso una pausa a la terrible hambruna que vivían.
Pero Quetzalcóatl sabía que este grano podía alimentar por siempre a su gente por lo que decidió llevarse el Monte de los Sustentos atado con unas sogas pero no lo logró porque pesaba enormidades, así que recordando la sagacidad de su hermana la hormiga roja quién siempre anteponía la inteligencia a la fuerza y la colaboración al trabajo individual le pidió ayuda al dios del rayo para romper la tierra que rodeaba al monte y así liberar los granos del maíz y de igual forma se apoyó en el dios de la lluvia para arrastrar los granos en un torrencial hilo de agua hacia el Valle de Anáhuac para que floreciera el maíz por todos lados.
- Y es así Gabi que el maíz siempre está presente en todas mesas de México y del mundo siempre listo para hacer los platillos más deliciosos jamás soñados - terminó de relatar la pequeña hormiga negra en el escritorio de Gabi.
- ¡Qué bonita historia me has contado Quetzálcoatl, ahora cada vez que mi comida llegue a la boca de mis clientes, pensaré que alguna vez una diminuta hormiguita nos hizo un regalo tan especial!
Y colorín colorado está versión de la leyenda del maíz se ha terminado.
Atentamente,
Antena Colegio